Para no estar más fuera de lugar que el barco de Chanquete, haremos algunas recomendaciones para los primerizos:
1/ En un furancho se beben vino y licores, y si estás enfermo, agua. Como excepción, normalmente tienen Coca-cola y algún otro refresco. Esto no es un bar, aquí no hay cervezas, ni claras, ni vermús, ni mojitos… ni nada en lo que se combine más de un líquido.
2/ El servicio está formado por la gente de la casa. Así que recuerda que esa chica guapa o chico guapo no cobra por aguantar a los clientes, pero tú si puedes cobrar si el padre que tiene al lado te escucha algo fuera de tono.
3/ Salvo en casos de dificultad extrema, las raciones se comen con palillos o con las manos. En el caso de líquidos o potajes se permite el uso de cucharas.
4/ Si a pesar de todo has recibido un tenedor para comer, lo que tiene no son restos de comida, son extras, y no te los cobran… sé agradecido.
5/ En algunos furanchos sólo sirven un pincho con el vino pero no cocinan raciones si el cliente lo pide. Si dices: “Me gustaría una tortilla”, te pueden responder: “Y a mi un masaje pero me aguanto”.
6/ No se piden mariconadas como “la carta” o “el menú”… hay lo que hay y lo que no hay hoy lo hubo ayer, y punto.
7/ Si hablas en voz baja y respetando los turnos de palabra, los demás comensales se darán cuenta y te mirarán raro. Grita. También ayuda soltar un taco de vez en cuando, coño!
8/ El café cortado con dos gotas de leche y sacarina es una pijada de ciudad. El café es de pota, no de máquina, y las únicas modalidades son “un pouco” y “un pouco máis”. También se puede pedir con leche; suelen ofrecérsela directamente a quién pidió agua al principio.
9/ El aguardiente es de la casa, la resaca es sólo tuya… Este es un lema que debes tener en la cabeza cuando alguien se sirva otro chupito y diga “¡Está buenísimo este licor-café!” o “¡No he probado un orujo mejor que este!”.
Considero necesario hacer una advertencia más. Podría ocurrir un exceso de confianza en los nuevos furancheiros, sobre todo en aquellos que pretenden impresionar a algún amigo inexperto en esta materia. Por ejemplo, no sería raro que un crecido, pero novato, furancheiro entrase en cualquier garaje abierto, mientras lanza una sonrisa cómplice al señor que se encuentra allí pasando la mopa al cárter del vehículo o tarea similar. Ante la muy probable duda de su amigo y la cara de “Voy a buscar el trabuco” del señor, nuestro furancheiro posiblemente exprese: “Naaa, está disimulando, pero esto en realidad es un furancho que yo para esto tengo olfato, pasa hombre, pasa…”. Mientras el buen hombre, que sólo quería poner a punto su coche para ir a un furancho de verdad, mira a un lado y a otro buscando la cámara oculta; nuestro valiente furancheiro que ha entrado, literalmente, hasta la cocina y se ha sentado, comienza a hacerle lo que él supone son los gestos secretos para indicar que quiere beber vino y comer algo, es decir: guiñar un ojo, llevarse el pulgar a la boca, relamerse los labios, etc…. Es comprensible que tras esto, el pobre señor ya esté replanteándose si usar la escopeta o directamente la fresadora. Para líarla más, el valiente furancheiro (y futuro cadáver) pedirá de beber y comer directamente: “Entón, ¿qué?… ¿Temos algo de viño por aquí ou non?”. Ni qué decir tiene que esta escena jamás acabará con los tres cantando el “Miudiño” y demás canciones populares; así pues, tened cuidado a la hora de buscar un furancho y dejaos aconsejar por alguien que sepa.
Y para eso estamos nosotros.
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