En los último años, los furanchos han ido adquiriendo cierta fama, (relativamente, pues no son muy conocidos fuera de nuestras fronteras, e incluso en la Galicia más interior, no es costumbre hallarlos) y en algunos casos, del garaje se ha pasado al cobertizo y de aquí a un patio y un anexo dedicado única y exclusivamente a la labor furancheira, amueblado con una barra y mesas para los clientes. Los apocalípticos claman que de seguir así, acabaremos con furanchos sirviendo comida directamente al coche de los clientes, al estilo de ciertas cadenas de comida rápida; lo cual por cierto es contrario a la filosofía furancho, en que la comida ha de ser lenta, reposada y acompañada de una buena conversación. Afortunadamente, esto dista mucho de llegar a ocurrir.
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